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Presente y futuro de las enfermedades mentales más frecuentes


Se supone que desarrollo y bienestar deberían caminar de la mano pero, al parecer, no es exactamente así. Tras siglos de evolución el ser humano, lejos de haber encontrado las claves de la felicidad y la serenidad, parece que vaya marcha atrás en lo que a bienestar mental se refiere.


Así lo demuestra el informe del Instituto de Estudios Médico-Científicos (Inesme), titulado "Presente y futuro de las enfermedades mentales", presentado esta semana.  Según él, en Cataluña han aumentado un 5% las consultas psiquiátricas de adultos y un 8% las de niños en el último año, datos extrapolables, según los expertos, al resto del país.






(informe completo en:http://www.inesme.com/pdf/informediciembre11.pdf)


¿Nos volvemos cada vez más locos? En opinión del profesor de psicología de la universidad San Pablo-CEU, Fernando Miralles, “puede que estemos montando una sociedad neurótica” porque “cada vez se nos exige más, a todos los niveles”, lo cual acaba generando preocupantes cuadros de ansiedad en los individuos.

El estudio desvela, además, que más de 10 millones de personas en España sufren dolencias como depresión, ansiedad, esquizofrenia o trastorno bipolar y, de hecho, se estima que hasta uno de cada cuatro adultos padecerá alguna de estas patologías en su vida.

“Ahora el padre tiene que ser un súper padre y además un súper profesional, y la madre igual”, explica. “Lo normal es exigir resultados por todas partes: ¿qué notas has sacado? ¿Qué puesto ocupas? ¿Cuánto ganas? ¿Cuál es tu handicap?, pero nadie se preocupa por el bienestar emocional de las personas, nadie te pregunta qué tal te has adaptado a la universidad o a ese nuevo puesto de trabajo o si te sientes realizado allí”, lamenta Miralles.

José Fernández Elías, psicólogo clínico, también comparte esa visión de una sociedad que exige tanto a las personas que las acaba convirtiendo en víctimas. “Se demanda mucha activación y cada vez más capacidades y cualidades para ser válido, pero no todo el mundo puede con ello”, asegura.

Para Miralles, la felicidad personal es una mesa que se apoya en “tres patas”: la realización profesional, la personal y la familiar. “Y si alguna de esas patas es demasiado alta y otra muy baja, la mesa se desequilibra”. Por eso la excesiva atención que se presta actualmente al trabajo no es, ni mucho menos, síntoma de una sociedad madura. “Tengo mucha gente en la consulta que se ha quedado sola por llevar su carrera al estrellato y ahora no es feliz”, asegura.

La situación, además, se ve agravada por las actuales circunstancias económicas. La crisis, la inestabilidad laboral, el recorte de salarios, la falta de garantías, etc. Provocan en la gente una incertidumbre difícil de sobrellevar. “No saber lo que va a ocurrir es incluso peor que saber con certeza que va a pasar algo malo”, explica Miralles. Situaciones en las que cada día se acude a la oficina sin saber si uno será despedido crean una ansiedad muy elevada. “Las películas de miedo, sin ir más lejos, explotan esa característica psicológica del ser humano, da más miedo no saber lo que va a pasar”, añade.

Esa dañina incertidumbre

Elías Fernández también culpa, en parte, a la situación económica mundial del aumento de las consultas. “Desde hace cuatro o cinco años los pacientes aumentan, lenta pero progresivamente, y vienen sobre todo con cuadros de estrés, ansiedad y depresión”. La inestabilidad económica y laboral, asegura, es un “estupendo caldo de cultivo” para que quienes no tengan experiencia o demasiada autoestima caigan en procesos psiquiátricos.

Y la Navidad, ¿ayuda a mejorar o empeora? Puede ser un arma de doble filo: una época de reuniones familiares, regalos y fiestas puede ser la pócima mágica capaz de levantar el ánimo y reconfortar el espíritu, pero también puede ser el veneno que obligue a ser feliz sin tener ninguna gana de ello.

“En circunstancias así el individuo con ansiedad o depresión depende sobre todo de su familia y su entorno: si están bien avenidos, actuarán como apoyo, le arroparán y supondrán incluso un pequeño parche para sus dolencias; pero si hay mal ambiente, las Navidades serán conflictivas y puede que la persona las termine incluso peor de cómo las empezó”, explica Miralles.


Fuente: Alejandra Abad  19/12/2011  (06:00h). www.elconfidencial.com