Dos amigos se encuentran en un
bar después de la jornada laboral, uno se empieza a quejar de su trabajo y de
que ve imposible llegar a donde quiere, profesionalmente hablando, dice que se necesitan demasiados
conocimientos, experiencias, habilidades, contactos…etc.
El otro, tras un rato
escuchándole en silencio, le pregunta: “¿serías capaz de comerte un elefante?”,
la respuesta inmediata del amigo es: “claro que no, nadie podría”.
Entonces el otro añade: “si comes
carne 3 veces por semana en raciones de un kilo, en 30 años te habrás comido
todo el elefante”.
Y le vuelve a preguntar, entonces “¿serías capaz de comerte un elefante?“. El
amigo contesto: “visto así, sí que podría”.
Los factores claves del
desarrollo profesional tienen que ver con dos comportamientos muy concretos:
- Definir objetivos claros, motivadores y ajustados al perfil personal y competencial de cada uno.
- El esfuerzo y la resistencia a la frustración adquiridas en las experiencias educativas, profesionales y vitales en general.
Autores clásicos en psicología como
Lewis Terman ya demostraban a principios del siglo XX que la perseverancia y la
tendencia a definir objetivos es más importante que la inteligencia puramente
académica en cuanto a conseguir logros. Pero, ¿de que dependen esas capacidades
no académicas?.
¿Qué diría Daniel Goleman al
respecto, a finales del mismo siglo XX?. Probablemente diría que estamos hablando
de Inteligencia Emocional, un factor de peso para el éxito en la vida.
Y aún faltaba Martin Seligman,
demostrando con sus investigaciones que las persona más felices consiguen
mayores logros profesionales, tienen mejores trabajos, ganan más dinero, tienen
mejores relaciones sociales y ¡hasta viven más años y con menos enfermedades!.
Entonces, sería lógico que nos asaltara
una pregunta:
- ¿Por qué no consigo mi sueño profesional?.
Deberíamos plantearnos entonces
una segunda cuestión:
- ¿Estoy haciendo lo correcto para conseguirlo?.
Ha llegado la hora de que
analicemos nuestras habilidades, competencias, fortalezas, aquello que nos
ayuda a ser felices y a alcanzar el éxito en lo que emprendemos como
profesional independiente o dentro de una institución.
La empresa positiva o humanizada,
donde la organización contribuye a alcanzar la felicidad en sus empleados, es
posible y altamente rentable. Miremos por ejemplo a Google, nombrada varios
años mejor empresa para trabajar en EEUU y conocida por el estilo de trabajo
basado en la flexibilidad y comodidad que brinda a sus empleados.
Nosotros pretendemos aunar los
beneficios empresariales con los de los empleados intentando que ambos alcancen
su máximo potencial posible.
Aplicando nuestros conocimientos
en Psicología Positiva y adaptándolos al mundo empresarial, queremos hacer del
trabajo algo que contribuya a la realización de la persona y aumente su
bienestar.
Beneficiar a los empleados (directivos,
mandos intermedios y técnicos), a los consumidores de esos productos o
servicios, y con ello, a la población en
general.
Sabemos que es un objetivo
ambicioso, pero en nuestra opinión, ¡menos que comerse un elefante!.
¿Conseguir
Profesionales Satisfechos para Empresas Positivas? El
mercado nunca está preparado hasta que alguien demuestra que sí. Por lo que...dejemos el pesimismo para
tiempos mejores.
Raquel Rodríguez.
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